El Jubilado No. 159
Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien que sigue observando, se asombra y toma un café, en algún lugar de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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Tiempo electoral en el que la temperatura sube a
alturas emocionales, donde es fácil tratar de disfrazar la suciedad con promesas
de limpieza por parte de los cochinones de siempre, de aquéllos que prometen la
renovación sindical cada dos años, con los mismos, donde mismo y para lo mismo.
Creo que la fascinación por la planilla de siempre no será capaz de ignorar el fuerte olor a descomposición de las aguas sindicales, el cada vez más distinguible olor a mierda que subsiste bajo la capa de agua de colonia derramada y por derramar en el estanque del proceso 2023-2025.
El detalle de reciclar partes del Comité Ejecutivo
de hoy y de siempre y hacerlo aparecer en las comisiones estatutarias es una
buena y reveladora idea del deseo de permanencia, de incesto sindical en
proceso… una vez más.
Me parece que la delegación (sufrida y aguantadora,
casi masoquista) de Pensionados y Jubilados no puede ser saco de entrenamiento y
diversión de alguien afecto al golpeteo descalificatorio cada que se presenta
una iniciativa o petición en el CGD, y que debemos decir ¡basta! al ninguneo,
exclusión y poca madre de quienes se sienten autorizados a patear el trasero
delegacional, no defender sus derechos, interpretar al gusto el Estatuto, y
todavía tener el descaro de esperar nuestro voto, en un borrón y cuenta nueva que lleva perpetrándose prácticamente
desde que se fundó la delegación.
El hecho irrefutable de que las inconformidades y
planteamientos esenciales de la delegación de PyJ se los han pasado por el
forro ya es, de por sí, razón suficiente y necesaria para que decidamos
cambiar, en serio, el Comité Ejecutivo.
¿En qué cabeza democrática y progresista cabe que los mismos, o poco menos, sigan encaramados en el ladrillo desde 2007? ¿No les llama la atención la absurda permanencia de quienes se sienten libres de quitar y poner en el CE y el CGD? ¿Ya nos acostumbramos a que la democracia sindical sea patrimonio de personas o grupos? Reflexionemos y actuemos en consecuencia.
El café no sólo sugiere una bebida aromática sino también
una alternativa, un espacio de reflexión y recuperación de valores sindicales,
un rechazo claro al caciquismo sindical. Lo anterior sea dicho con todo respeto
al sadomasoquismo normalizado en nuestra organización. Digo…
ooOoo
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