El Jubilado No. 100
Información picuda y activa contra
mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien que medita acerca del
significado de la expresión “mala influencia”, en algún lugar de la aún Delegación
de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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¿Usted cree que alguien que dice lo que piensa con la mayor claridad posible pueda ser una mala influencia? ¿Considera que expresar opiniones, ideas o conceptos pueda ser motivo de inquinas, rencores y maldiciones gitanas? ¿Ha oído hablar de la libertad de expresión y de elección en materia de política? Pues, asómbrese, hay gentes colgadas del rabo de la santa inquisición y atrapadas en la hipocresía sebosa de lo políticamente correcto que consideran pecado capital realizar labores informativas y, eventualmente, hacer algún señalamiento que pueda moverles el tapete de la ambigüedad y la conveniencia. El Jubilado no forma parte de la versión universitaria de la santa inquisición ni porta toga ni birrete, por lo que es claro que no pretende juzgar a individuos, sino simplemente señalar conductas propias o ajenas al sentido y propósitos que compartimos como habitantes del planeta UNISON.
Aclarado lo anterior, ofrecemos a
usted el número 100 de la casi accidental marcha que hemos emprendido por las
arideces y recovecos de las tierras sindicales y, en particular, de la
provincia de los pensionados y jubilados, en pos de la utopía, de la exigencia
marcusiana (en el ’68 francés) de “seamos
realistas, pidamos lo imposible”. Estando así las cosas, empezamos.
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Como se sabe,
el tema de moda es el relativo a las pensiones que criminalmente está otorgando
el ISSSTESON. A estas alturas hay una corriente de opinión al interior de la
UNISON que postula la urgente necesidad de firmar el dichoso convenio que
quiere el gobierno a través del sórdido mamotreto burocrático que constituye su
Junta Directiva, adoptando una posición no sólo individualista y chata sino
antiuniversitaria. Lo anterior coincide con la cuestionable declaración del
rector (sic) en el sentido de “actualizar” el convenio y ponerse al día con la
Ley 38 reformada en 2005. En otras palabras, rindió la plaza en vez de
defenderla. Al respecto, la dirigencia sindical postula que debe respetarse el
contrato vigente y que las negociaciones de un convenio modificatorio deben tener
como base el plebiscito celebrado a iniciativa suya, donde se votó por pagar
más con el fin de lograr “una jubilación del 100%”, además de salvaguardar los
derechos de los compañeros afectados (y por afectar) por el “acuerdo de la
Junta Directiva” del ISSSTESON de ajustar sus pensiones a menos del 30%.
Tema peliagudo,
de grandes aristas y rugosidades que no ocultan un hecho irrefutable: la UNISON
cumple con lo establecido en el actual contrato de prestación de servicios
sociales y nadie puede legalmente obligarla afirmar uno nuevo que afecte a sus
trabajadores. Cabe recordar que la única disposición del citado contrato que
abre la posibilidad de acudir a tribunales se refiere al hipotético caso de que
surjan conflictos producto de la interpretación divergente de sus cláusulas. En
ninguna parte se considera la opción de litigar la voluntad de alguna de las
partes contratantes para efecto de modificar los términos del contrato vigente.
Al respecto, en la reciente asamblea general
celebrada en el Teatro Zubeldía, surgió una propuesta que reproducimos por su
interés:
“Hay que decir
sí a la firma del convenio modificatorio siempre y cuando se dé cumplimiento
previo a las siguientes condiciones: 1. Encierro en la cárcel de todas las
ratas que saquearon las finanzas del Isssteson; 2. El pago de la deuda que el
Estado tiene con la UniSon por concepto de subsidio estatal; 3. La renuncia
inmediata del director general del Isssteson por inepto y corrupto; 4. Que el
acuerdo lo tomen las 2/3 partes de los trabajadores al servicio de la UniSon
tanto de confianza, académicos y manuales; 5. Que la Federación done un terreno
en favor de la UniSon para la construcción de un Hospital Universitario que
esté al servicio de la comunidad Universitaria y población en general.”
Como parece que el rector aún no está
consciente de que la correlación política nacional cambió el pasado 1 de julio,
no estaría de más recordarle que los compromisos y corruptelas que pesan como
moneda de cambio en la lógica del gobierno sobre la administración
universitaria, difícilmente durarían mucho si la comunidad universitaria va por
la transparencia, rendición de cuentas y claridad en el manejo de los recursos
institucionales, y mucho menos si se entiende que nadie debe estar por encima
de la ley; o dicho de otra manera, si existieran razones para sentirse obligado
a plegarse a las exigencias del gobierno-Isssteson al margen de los universitarios
por alguna factura por pagar, sería mejor una renuncia a tiempo que el escarnio
del traidor y del rajado.
Pero hablando de otras cosas, los 100 números de El Jubilado se deben a
la generosa participación de nuestros corresponsales, la comunicación con
nuestros compañeros, el apoyo de los lectores asiduos, los eventuales y los críticos
abiertos y solapados. Se hace camino al andar… y avanzamos. A todos, gracias.
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Excelente
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