El Jubilado No. 10
Información picuda y activa contra
mentalidades chatas y pasivas, editada en algún lugar de la Delegación de Pensionados y
Jubilados del STAUS.
Número 10 - noviembre
de 2017
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¿Usted cree que los jubilados son los
que ocasionan problemas?, ¿los que meten ruido en la tersa calma sindical nomás
por deporte?, ¿los que se dedican a buscarle tres pies al gato?, ¿los que deben
ser sacados del sindicato por elementos gachos y no-biodegradables?, ¿los que “tenemos
que sacar del local sindical” y mandarlos lejos, como a cerca de tres cuadras
de distancia, y si se puede más?
Nosotros sostenemos que los jubilados
no son, ni deben ser antagonistas, competencia o molestia para los activos,
habida cuenta de que todos los que ingresamos a trabajar a la Universidad sólo
tenemos tres alternativas de salida: cambiar de trabajo, morir, o jubilarse.
Seguramente esta última alternativa es la que reúne a más profesores al final
de sus carreras, razón por la cual debe verse como un simple cambio natural de
situación que culmina un proceso laboral y que tiene, por otra parte, un campo
de acción más cercano a la posibilidad de compartir experiencias, reflexionar y
proponer alternativas a problemas reales,
con la mente y el ánimo libres ya de las pasiones de una carrera que se labra
muchas veces compitiendo, pisando callos y sacando provecho de las debilidades
de los otros competidores. El jubilado ya no compite, pues termina siendo
competente. Es un producto terminado, con personalidad propia. No imita, sino
que puede servir de referente a otros en proceso de maduración.
Si algunos activos o, incluso,
miembros de los órganos directivos del sindicato no lo ven así, les sugerimos
que se vean en el espejo cuando ronden los 60 años. Seguramente la imagen les
será familiar, pero un análisis más cercano les podrá informar que las cosas no
son como eran, que el trabajo en aula, taller o laboratorio ofrece problemas
que antes no existían, que la rutina se vuelve cada vez más pesada y que, sobre
todo, el contacto con la burocracia del departamento es cada vez menos
sufrible. Al final del trayecto, los libros acumulados, los diplomas y constancias
logrados, acabarán teniendo menos utilidad que unos momentos de paz y de
reflexión sobre sí mismos y sobre los demás. Llegado el caso, las prioridades
cambian de la forma al contenido, y la apariencia tan celosamente cultivada
caerá por su propio peso, dejando una figura más desgastada y frágil de lo que
alguna vez pensamos.
Los jubilados tenemos nuestras necesidades medianamente resueltas, para
ello trabajamos durante por lo menos tres décadas y logramos los títulos y
constancias que nuestras circunstancias hicieron posible. No pensamos tanto en
nosotros sino en los que vienen detrás, en los que apenas están en el camino
que nosotros recorrimos, por eso y sólo por eso seguiremos dando la pelea, representando
molestias, buscando u “ocasionando problemas” para algunos. No buscamos
beneficios que no hayamos ganado por el trabajo de muchos años, puesto que
ahora la prioridad es la generación que viene, y que nos preocupa, que nos anima
a actuar para defender lo que creemos justo. Si el sentido de nuestra lucha se
entiende, muy bien; si no es así, peor para los social y políticamente miopes.
Seguiremos adelante.
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