El Jubilado No. 24

Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, editada en algún lugar de la Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
Número 24 - enero de 2018
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¿Pero a qué &%$$#”&%$ estamos jugando?

 El señor Claussen, que actualmente cobra como director general del ISSSTESON (organismo descentralizado otrora encargado de proporcionar servicios de seguridad social a los trabajadores del Estado y organismos afiliados, y ahora dedicado a financiar campañas políticas y riquezas privadas), un día amanece con ganas de paniquear a los organismos que, como la Unison, tienen firmado un contrato de prestación de servicios y, de volada, lanza una amenaza terrible: “les vamos a suspender los servicios si no me firman en un plazo perentorio e improrrogable el convenio que les estamos imponiendo, para que paguen más por lo mismo (o menos) y nos llenen la bolsa con dinero que nos encargaremos de dilapidar en las próximas pizcas electorales”;  así, mientras que los trabajadores candidatos a ser afectados y parias de la seguridad social en el honestísimo y megaregionalizado gobierno de la exalumna universitaria Claudia Pavlovich, están con el Jesús en la boca ante tan alarmante panorama, pronto llega el “¡éjele, los vacilé!”, en forma de una suspensión de la amenaza de suspensión de dichos servicios.

Desde luego que la broma no viene sola, así que nos enteramos de que el generoso señor Claussen ofrece un espacio de diálogo para que aflojen las posturas los afectados potenciales y le den gracias al cielo por tener una oportunidad más para ser conciliadores y, de manera pública, pacífica y continua, ceder derechos y aceptar un arreglo que significa, ineludiblemente, un paso atrás en las conquistas laborales.

Nosotros confiamos en que los trucos gastados de la nefasta administración del Instituto no surtan los efectos de aceptar la cancelación de derechos adquiridos y que se entienda, de una vez por todas, de que el jodido en este juego es Claussen y el ISSSTESON, ya que quienes tienen el derecho y, por tanto, el sartén por el mango son justamente los trabajadores derechohabientes organizados en riesgo de bajar el escudo legal que les protege.

Así las cosas, es impensable ceder a las absurdas pretensiones recaudatorias del Instituto, simplemente porque el actual contrato no tiene fecha de caducidad y es absolutamente reclamable en todas y cada una de sus cláusulas, de ahí la urgencia de los léperos encaramados en el ISSSTESON de que abramos un hueco legal para echar abajo el dicho contrato, que es, sin duda alguna, fuente de derecho.  

Aquí se impone una visión de futuro y decir ¡NO al nuevo convenio!, porque la tarea que tenemos enfrente es justamente la de no perder lo ganado y aprovechar la propia legalidad que se dice campea en Sonora para, unidos y organizados, echar abajo una ley absurda y abusiva como la que fue manoseada y pervertida durante el período de gobierno (sic) de Eduardo Bours Castelo. Impulsemos la reforma de la ley y hagamos posible que el ISSSTESON recupere el sentido social que debe tener.  

 Mientras exista una ley de carácter recaudatorio, cualquier nuevo convenio tendrá que ceñirse a sus premisas, lo cual evidentemente no debemos aceptar.

A ponerse las pilas y trabajar en el plano legal y político para hacer posible lo necesario (Conasupo dixit). Digamos (con Herbert Marcuse en la primavera del 68 parisino) “seamos realistas, pidamos lo imposible”.

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