El Jubilado No. 37


Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, editada por alguien en algún lugar de la ninguneada Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
Número 37 - abril de 2018
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Contra todo pronóstico sobrevivimos la Semana Santa y ya entrados en Pascuas nos viene a la mente (ya ve cómo son estas cosas) la exclusión por decreto que sufrió nuestra delegación por quítame estos plebiscitos, pero, siendo como lo es una ofensa pedestre, la dejamos debidamente archivada para posteriores consultas y eventualidades.

Lo que tenemos enfrente es el reloj que marca las horas y días que faltan para que se venza el plazo del emplazamiento a huelga, situación más simbólica que real donde los viejos aires combativos son eliminados por obra del extractor de la madurez e institucionalidad del sindicalismo posibilista que gozamos. ¿Lanzarnos a huelga, en estos tiempos de topes salariales y derechos disminuidos? ¿Luchar por un aumento salarial cuando me dicen que no en cada solicitud acaso no es algo aventurado? ¿Verdad que la costumbre adquirida reclama solidaridad con la administración, la que a su vez se solidariza con el gobierno que está solidarizado con la Secretaría de Hacienda y la de Educación? ¿Somos o no somos un gremio solidario en estos sexenios de reformas laborales y saqueos al erario? ¿Acaso nuestros compañeros trabajadores del IMSS y el ISSSTE no han cooperado con sus ahorros para la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, entre otras obras públicas para el enriquecimiento privado? ¿No es verdad que nosotros mismos estamos cooperando con el ISSSTESON al “aceptar” pagar más y seguir pagando según lo vaya requiriendo el robo pensionario en turno?

Suponemos que la mejor actitud es la ejemplificada por las clientes que ingresan al rastro municipal debidamente concesionado: caminan en fila al ritmo que marca la pica eléctrica y, con uno que otro reparo, ingresan a ser procesadas como carne clasificada, seguramente conscientes de que su destino de cuadrúpedos criados exprofeso es ponerse flojitos y cooperando.

¿Es mala la comparación? Nada más fíjese en esto: los académicos nacen, crecen y se reproducen de acuerdo con las asignaciones presupuestales que se dedican al rubro de plazas académicas, aunque muchas de ellas se evaporan en el camino para condensarse nuevamente en la administración, o se asignan en función de la magnificencia de la burocracia correspondiente. Asimismo, se empuja al personal a acreditar estudios de postgrado, siendo importante contar con doctorado para labores propias de un licenciado. La dependencia económica alimenta el poder del burócrata sobre el académico y es común ver procesiones de personas con folders bajo el brazo, en espera de que alguien calificado les haga la gracia de firmar constancias y acreditaciones, con el ingrediente de que la maquila de diplomas tiene sus mejores momentos a discreción del jefe correspondiente. La vaca académica se alimenta de migajas y expectativas, de buenas o malas caras y de mejores o peores relaciones “arriba”. El ganado está listo para el sacrificio, toda vez que se acostumbra a caminar en cuatro patas y resistir los piquetes en el trasero mientras se avanza en la línea de producción, y todavía se espera que diga “gracias” y pague los favores.

Las posibilidades de que las condiciones de trabajo mejoren y que se dignifique la labor académica dependen de la lucha diaria, pero sin duda se tienen dos momentos fundamentales para ello y son, justamente, durante las revisiones salariales y contractuales. ¿Estamos tan acostumbrados al piquete en el trasero que ya ni siquiera se considera seria la opción de la huelga? ¿Es aventurado luchar por la defensa de los derechos laborales y sociales de los trabajadores? La duda nos corroe las pestañas…

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