El Jubilado No. 48
Información picuda y activa contra
mentalidades chatas y pasivas, editada con ánimo indignado aunque discretamente vacacional en
algún lugar de la Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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¿Se imagina usted que en un sindicato que
tiene empleados a su servicio, por ejemplo, en el área de finanzas, un buen día
llegue el abogado externo y les diga a dos de sus contadores que están
despedidos? ¿En un sindicato cuya existencia se debe a la defensa del empleo,
las condiciones de trabajo y la defensa de los derechos de los trabajadores?
Pues le diré que no es producto de la imaginación calenturienta de algún
enemigo del sindicato. Esto ocurrió hoy, en el STAUS, durante la jornada
laboral matutina.
Compartimos el siguiente mensaje que
hoy circuló en las redes: “Buenas tardes, para informarles que de manera
injustificada están corriendo a los contadores del STAUS Karla Tapia, con 12
años trabajando en el STAUS y a Elías Bernal que tenía 2 años, y el día de hoy
llega el abogado externo a entregar el finiquito sin querer dar una
explicación. No se vale la manera en que están haciendo las cosas ya que hay un
CGD que es la autoridad máxima y no comunicaron nada en la asamblea del pasado
lunes 2. Yo pienso que este tipo de acciones no se deben permitir ya que somos
un sindicato y están pisando los derechos hasta del mismo trabajador del
STAUS”.
Quizá a usted le parezca que alguien
exageró la nota y le dio por colar esta información con ánimo doloso, algo así
como una nota falsa cuyos efectos son el desconcierto y la animadversión. Es
posible que usted no de crédito al supuesto de que en un sindicato como el
nuestro haya funcionarios capaces de asumir las malas prácticas de cualquier
administración patronal insensible, explotadora y culera. Le confieso que a
nosotros no se nos hubiera ocurrido pensarlo como posible porque creemos que
estamos en una organización que no va a hacer aquello contra lo que debe
luchar.
Sin embargo, hoy nos encontrábamos en
el local sindical justamente cuando una de las víctimas, Karla, buscaba refugio
en alguna de las oficinas con el ánimo de cumplir con el horario de trabajo
mientras veía qué hacer en favor de sus intereses personales y profesionales.
Sus derechos laborales habían sido violados y su dignidad también. La
acompañamos brevemente, percibimos su asombro al recordar cómo una cadena de
hostigamientos ratoneros concluyó con su despido. No hubo más explicación que
una desganada frase donde se recalcaba que hubo “recortes”, como sin el
concepto tuviera la virtud y el poder de aclararlo todo.
En El Jubilado nos sentimos decepcionados, hay agravio en el ambiente,
desprecio por la dignidad humana, por la consideración que se merece cualquier
trabajador universitario. Sin embargo, estamos convencidos de que la conciencia
de muchos que ahora se muestran apáticos y conformistas tarde o temprano nos
dará la sorpresa y, así como ocurrió el 1 de julio en nuestro país, la voluntad
general votará por el cambio. Sí, en efecto, creemos que otro sindicalismo es
posible.
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