El Jubilado No. 76


Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien con gastritis observando en algún lugar de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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 Sabemos que febrero es un mes loco, que sus constantes variaciones de humor hacen que alguien salga de su casa con ropa de esquimal para volver con otra de turista gringo en Kino. Cosas del tiempo y las circunstancias que hacen que las cosas sean y no sean, que la forma se vuelva contenido y el contenido forma, que el arriba y el abajo sean una rutina de patinador olímpico en una pista de hielo que se empieza a licuar mientras la miramos con asombro y discreta repugnancia (seguramente el lector babea ante la profundidad de estos asertos). Pues bien, los sindicatos como organizaciones que se integran con gente también resienten los vaivenes del clima y las circunstancias, el zangoloteo de la política y la viscosidad del discurso del ISSSTESON y su gobernanza cleptocrática y engañosa.

Como se sabe, los medios de información (sic) un día dicen que las medicinas ya están disponibles, que la “gober” inauguró un nuevo centro de atención cuya fachada es de primero mundo, que los sonorenses se sacaron la lotería con este gobierno tan sacrificado y cumplidor, que esto y lo otro y aquello… Sin embargo, de repente se cierran servicios fundamentales, se destituye a funcionarios médicos por causa de improvisar incubadoras para salvar a bebés neonatos, se dan avisos tipo broma estudiantil donde tal o cual clínica ya no va a dar cierto servicio como el de atención a enfermos cardiópatas que se traslada a la nueva clínica, para después decir que siempre sí se atenderá en el mismo lugar y con la misma gente. En el transcurso de las idas y venidas, persiste la carencia de medicamentos, materiales y equipo clínico, ante la impotencia de los médicos y el personal de salud que termina siendo el malo de la película de terror cuyo guionista principal es el FMI y la extraña compulsión de arruinar las instituciones para después privatizarlas, con justificada razón. Por lo pronto, ya hay una persona muerta y muchos al borde de un ataque de nervios.

Como a toda acción corresponde una reacción, los afectados se reúnen, organizan y manifiestan: “el gobierno no nos cumple”, “puras promesas y nada de nada”, “se descuentan las cuotas cada día de pago y el dinero no se ve por ningún lado”, “ya estoy hasta la madre de dar vueltas y vueltas para que me digan que no hay esta medicina”, etcétera, etcétera, etcétera; y como era de esperarse, los derechohabientes despiertan ante una realidad inocultable: las marchas, los mítines y las declaraciones públicas no son cosas de grillos sindicales o de ociosos protagónicos sino de ciudadanos que reclaman lo que a su derecho conviene. En este contexto, las organizaciones sindicales y sociales tienen un deber político, moral, ético y de legitimación del que no pueden zafarse impunemente.

En el caso de los universitarios, las organizaciones representativas de los sindicalistas son el STAUS y el STEUS y en el seno del primero encontramos a la delegación de pensionados y jubilados que defiende los intereses particulares de ese sector académico; además, los universitarios sindicalizados o no cuentan con la Asociación de Pensionados y Jubilado del la Universidad de Sonora, con lo que el sector universitario se encuentra debidamente representado ante las distintas instancias institucionales internas y externas. Por otra parte, tenemos el recientemente formado Comité ciudadano pro ISSSTESON, cuya existencia parte de la necesidad de dar voz a los afectados por la carencia de medicamentos y servicios de salud del citado Instituto. Cada cual tiene una función específica y, respetando sus respectivos espacios, seguramente la convergencia de esfuerzos sería afortunada en esta coyuntura donde el frío y el calor se mezclan con soplos discursivos tan contradictorios como encabronantes.

Es claro que la unión hace la fuerza y que el enemigo a vencer es el mismo, de suerte que los sindicalistas sonorenses tienen una dura tarea que realizar, consistente en descharrificar sus dirigencias, clarificar y definir sus acciones y reclamos y unirse en legítima defensa de sus bases. Aquí se impone la pregunta de ¿cuándo vamos a pintar raya con los charros del Consejo Sindical y Social Permanente y unificar a las fuerzas sindicales independientes en una nueva organización que nos represente colectivamente? El tiempo corre y la moneda está en el aire, cuya temperatura a veces baja y a veces sube. Cosas de la temporada de locura climática.

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