El Jubilado No. 85 ...en vacaciones.
Información picuda y activa contra
mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien que bosteza en algún lugar
de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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¡Albricias!, ¡Recórcholis!,
¡Zambomba! ¡Los sindicatos unidos jamás serán vencidos! … y en caso de que lo
sean sólo será poquito y de buen modo, ¡faltaba más! Nuevamente el sindicalismo
universitario, representado por los dos membretes que usted conoce, se alzó con
una victoria digna de antología pues logró, tras arduas y farragosas
negociaciones acompañadas de la parafernalia de reclamo y protesta de rigor,
alcanzar el 3.35% de aumento a salario y
1.8% en prestaciones. Los demás logros en calidad de avances se sitúan en
la pedacería normativa y los fragmentos de derechos previamente conculcados que
se manosean, reacomodan, maquillan y se ofrecen como generosa concesión de la
administración y respetuoso avance de la contraparte sindical.
¿Se avanza en lo del EPA cuando la
modificación fue unilateral y ahora se ofrece recibir las “sugerencias” de la
parte afectada a la que se violó su derecho contractual? ¿Se reciben propuestas
que serán canalizadas en determinada fecha para que la autoridad competente
decida si acepta o no el modosito reclamo? ¿Es un avance que se conceda derecho
de audiencia a la parte afectada por la propia autoridad que violó el contrato
colectivo y que se espera que ahora repare el daño, si quiere y como quiera? Más claro: la administración viola el
contrato, recibe el reclamo, se abre la negociación, se recibe propuesta, se
emite contrapropuesta, se aburren las partes y la autoridad decide si procede o
no la moción. ¿Se negocia la forma en que debe ser violado el contrato
colectivo o qué ingaos?
Cabe recalcar el inmenso esfuerzo a
que se comprometió la administración al aceptar cumplir con su deber y
obligación legal de gestionar el subsidio “completo” ante el gobierno del
estado, y para que el ISSSTESON cumpla con las obligaciones pactadas en el
contrato de servicios vigente, lo cual parece ser un logro significativo cuando no una
mentada de madre a la dignidad; hay que reconocer, además, la astuta negativa
de aumentar el monto de la despensa y en cambio aportar esa cantidad al
complemento de material didáctico, lo que deja fuera a los pensionados y
jubilados quienes fueron excluidos en todas las respuestas a las peticiones
sindicales. Al respecto, nuestros representantes (sic) optaron por voltear
discretamente a otro lado, seguramente pensando en lo mucho que estaban
logrando y lo poco que importa dar visibilidad a los académicos retirados, a
pesar de formar parte del sindicato y, en su momento, poder ejercer sus
derechos sindicales en contextos no necesariamente vacacionales.
Estamos en el caso en que las culpas
deben ser pagadas por alguien o algo, y que la administración de la
quimiocracia se ha reproducido de maneras insospechadas gracias a su capacidad
de establecer clientelas. ¿La mancha voraz universitaria podrá ser detenida con
una nueva ley que contemple el uso de las nuevas tecnologías y la cuestión de
género? ¿Se va a eliminar el clientelismo tortibecario como aporte a una nueva
conciencia universitaria? ¿Cesará la hegemonía del expediente y la meritocracia
del título y la constancia, de la acreditación y la certificación? ¿Se va a
reivindicar la importancia social y política de la gratuidad en la educación
universitaria? ¿Nos podremos “cuartatransformar” en materia de avances de aquí
a la próxima revisión contractual? La duda nos corroe las pestañas...
Pero al fin estamos de vacaciones, dejamos atrás las pasiones de una negociación
sadomasoquista y culposa, donde la
apariencia se consagró como la más útil categoría de análisis político
disponible. ¿Qué ganamos? Lo que aprendimos o lo que olvidamos. En todo caso, afrontemos
esta semana de calma y holganza con santa resignación.
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