El Jubilado No. 106


Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien que observa con interés entomológico los movimientos y las actitudes, en algún lugar de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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¡Albricias! Salieron en la foto con sonrisa prestada y compostura impuesta por los usos y costumbres de quienes usan en las fiestas esos bonitos sombreros de ala ancha que identificamos como propios de las artes de la charrería, compartiendo el espacio con personalidades palaciegas de impecable maquillaje y vestuario para la ocasión. Imagínese usted, salir en la foto que va a marcar un antes y un después en eso de agacharse para los efectos que mande el gobierno, como ejemplo gráfico de lo que pudo haber sido y no fue. ¿Defender el sindicalismo por razones de principios y valores? ¿Representar y defender hasta las últimas consecuencias a los trabajadores afectados por el abuso del gobierno, en vez de pavimentar el camino para legitimar el atropello? ¿Exigir el respeto a los contratos y el cumplimiento de la ley antes que permitir su violación? No, claro que no. Eso está bueno para los románticos, los trasnochados, los que creen que del dicho al hecho debe haber siempre poco trecho, cuestión que sólo es posible si hay congruencia y, sobre todo, bolas.

Otros, en cambio, hicieron la chamba pero procuraron no salir en la foto, quizá para que la sonrisa descolorida o congelada no delatara acuerdos cumplidos y calzones pasados por agua (perdón, lo que quisimos decir se refiere a la parte de la anatomía que guardan dichas prendas de ropa interior y que, tras afanosas y repetitivas tareas se ven húmedas y acaloradas). Ya ve usted, la discreción es la clave para guardar las apariencias y el maquillaje de la dignidad al borde de la ofensa ayuda mucho para encubrir los efectos cutáneos de la traición y el engaño.

Pero, yéndonos por las cañerías de una asamblea del sindicato hermano, ¿se imagina que un asesor jurídico sindical esté pa’ servir al patrón (en este caso el secretario general) y no a la base sindical?, ¿es concebible que en una asamblea se vote por dejar a un asesor jurídico y eliminar a otro, advirtiendo que los trabajadores que voten porque se quede “x” (digamos el Lic. Orendain) tendrían que pagar sus honorarios de su bolsa? Democracia dirigida de la peor ralea, charrismo encaramado en los membretes sindicales “democráticos, independientes y progresistas”, desde luego apoyadores de la 4T… salvo que alguien decida lo contrario.

Ahora resulta que las organizaciones sindicales son patrimonio de una pandilla de iluminados, y que nadie, salvo ellos, puede representar los intereses de sus agremiados. Democracia que se prostituye por reiteración, donde una planilla, corriente o capilla administran al sindicato y reciclan los despojos humanos, los adjuntos y meritorios de una o dos campañas, los discretos y complacientes lacayos del tlatoani con pies de barro y cara de pendejo solemne. Pero su voto cuenta, compañero, y “la mayoría es la que manda”. Estamos en una democracia aritmética y descremada, vacía de contenido aunque guardando la forma. “La mayoría decide” mediante un único esfuerzo: levantar la mano para ser vistos. Los demás, la oposición, si participa es “para jalar agua para su molino”, no para aportar a la asamblea. Son cabrones por definición.

Por fortuna, nosotros no sufrimos estos bochornos ni sofocos. Somos afortunados en tener una dirección incuestionable que ha demostrado que conoce el rumbo, que sabe qué hacer y que, si la mayoría lo decide, seguirán sacrificando su tiempo y traseros en beneficio de nuestras mejores causas. Los demás seguramente “sólo quieren jalar agua para su molino” y eso, compañeros, no lo vamos a permitir. Hoy por hoy, la mayoría manda.

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