El Jubilado No. 110
Información picuda y activa contra
mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien con ánimo didáctico en
algún lugar de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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Ya ve que el tema de moda ha sido la seguridad
social, en la parte que corresponde a dos rubros importantes: pensiones y
jubilaciones y abasto de medicamentos, aunque pudiera decirse que tenemos
problemas con los servicios de salud en general (consulta médica, análisis de
laboratorio, atención intrahospitalaria, instrumental y equipo quirúrgico,
materiales de curación y medicamentos, entre otros).
Usted podrá argumentar que antes del
3 de junio los universitarios estábamos “fuera de la ley” al tener un convenio
rebasado por la reforma a la ley 38, el aumento de la esperanza de vida y el
saqueo de los fondos del ISSSTESON y que por eso no recibíamos lo que nos
promete la cláusula 141 del CCT y, ya entrados en gastos, podrá desacreditar a
quienes defendimos hasta lo último la vigencia del contrato UNISON-ISSSTESON de
marzo de 1990.
Podrá decir que actuamos como una
bola de nostálgicos del derecho al pelear porque no se nos aplicara
retroactivamente la ley 38, y que es una necedad decir que la reforma a dicha
ley en 2005 sólo se puede aplicar a quienes ingresaron a partir de ese año, y
que sólo tendrá plena vigencia en 2040 porque aumenta el tiempo de cotización
en 35 años. Lo que nosotros propusimos se fundamentó en la no retroactividad
de la aplicación de las normas jurídicas que señala la constitución federal.
Lo cierto es que nos asistía el
derecho, que teníamos razón en pelear por la nivelación pensionaria, por el
respeto al contrato de servicios vigente, por la no aplicación retroactiva de
la ley 38, por el rechazo a las trapacerías del gobierno al negar o condicionar
servicios, al profundizar la crisis del sistema de seguridad social mediante el
desabasto, el abandono y la clara tendencia a privatizar su operación mediante
el grotesco mecanismo de las subrogaciones, permitiendo hacer grandes negocios
a la sombra del poder público. De repente los funcionarios se volvieron
gestores de la iniciativa privada en materia de salud y seguridad social, y la
venalidad de los magistrados de la Segunda Sala de la SCJN, encabezados por el Ministro
Eduardo Medina Mora, conocido protector de delincuentes, remachó el clavo de la
deshonestidad y el abuso.
Lamentablemente, las luchas han sido
coyunturales, cosméticas y poco congruentes entre el decir y el actuar. El sindicalismo
universitario dista mucho de ser una vanguardia de los trabajadores sonorenses;
de hecho, parece que tenemos el caso de ser un proletariado sin cabeza, como
diría José Revueltas.
Es importante recuperar el espíritu
de lucha solidaria al interior y con el resto de la clase trabajadora, y asumir
la defensa de la seguridad social como una prioridad que, más allá de intereses
coyunturales en el marco del sistema, o de poses mediáticas, pueda establecer
mejores condiciones de vida para los trabajadores y sus familias. Cabe recordar
que:
“La
seguridad social es la protección que una sociedad proporciona a los individuos
y los hogares para asegurar el acceso a la asistencia médica y garantizar la
seguridad del ingreso, en particular en caso de vejez, desempleo, enfermedad,
invalidez, accidentes del
trabajo, maternidad o pérdida del sostén de familia”
(OIT).
En consecuencia, todo esfuerzo por garantizarla y ampliar sus
beneficios bien vale la pena y por ello es necesario tener claro que en algún
momento deberemos enfrentar al cártel burocrático actualmente en el poder.
No celebramos la torpeza de nuestros compañeros ni la miopía de las decisiones
colectivas. Consideramos que la vergüenza debe ser compartida porque vestimos
la misma camiseta. Por ello, y de cara al futuro, creemos que es tiempo de
reflexionar y replantear lo que entendemos por sindicato y por lucha sindical
y, sobre todo, el papel de la dirigencia en los procesos de cambio, sabedores
de que toda corriente política termina agotando sus posibilidades de propuesta
y acción porque genera intereses y se vuelve conservadora. ¿Estamos por aportar
nuestro impulso a la necesaria transformación de la institución, del estado y
el país o nos quedamos con lo que tenemos, porque eso es lo que hay? Las aguas que se estancan terminan pudriéndose
y apestando el ambiente.
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