El Jubilado No. 120


Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, editada por alguien con memoria, en algún lugar de la periferia de la Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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¡Córcholis, zambomba, rediez! Y usted se preguntará ¿a qué viene eso?, y le contestaré que “nomás”. Sucede que las condiciones por las que atraviesa el sindicalismo universitario ameritan una, dos o tres o muchas expresiones que, fuera de contexto, pudieran resultar absurdas, crípticas y sin sentido. Tras esta insólita, impactante y sorprendente introducción vamos a lo que vamos:

En el número 119 de El Jubilado celebramos la puesta al día del sindicalismo académico bajo los auspicios de la alianza aureoceleste que, por mandato popular llegó al Comité Ejecutivo una vez más en la reciente edición de la redundancia electoral a que estamos acostumbrados, y hacíamos notar la importancia de la inauguración de la “Escuela de formación sindical” donde CENPROS tiene el papel de guía, maestro y profeta.

Le comentamos que desde 1988 la CTM tiene establecidos lazos de unión, coincidencia y solidaridad con CENPROS, organismo al que nuestros charros locales, empezando por los inefables Francisco Bojórquez y Javier Villarreal, consideran firme apoyo y fuente ideológica que marca rumbos e inspira acciones “en favor de los trabajadores”, según se reseña en el citado número de El Jubilado.

El detalle de que CENPROS haya entrado hasta la cocina del STAUS de la mano de la propia dirigencia sindical creo que justifica nuestra preocupación. ¿Se imagina que de pronto nos demos cuenta de que, gracias a la actualización o armonización formativa,  las gorras con el logo del STAUS ya no van a lucir en los desfiles y manifestaciones sino esos bonitos sombreros de ala ancha comúnmente asociados a la muy folclóricas artes de la charrería?

Mediante esta naciente alianza o acuerdo de colaboración formativa en materia sindical con CENPROS, va a resultar que la CTM y nosotros tendremos una misma fuente de inspiración y guía, por lo que el concepto “charro” seguramente se revalorará al interior de la organización mediante sesudas explicaciones en Power Point y descubriremos el maravilloso mundo de las coincidencias en la lucha “por los trabajadores”. Así las cosas, llegará el momento en que nos preguntemos ¿para qué quedarse con conceptos e ideas obsoletas, rencorosas, desconfiadas y excluyentes respecto a la lucha de clases? En la gorda bodega del arca del “nosotros” cabemos todos, ¿o no?

Desde luego que los razonamientos podrán pasar por la cómoda explicación de que, si los dirigentes fueron electos democráticamente no tiene caso cuestionar sus decisiones, acuerdos, pactos o alianzas con otras organizaciones, autoridades o grupos, porque “si están en la dirección es porque la gente quiso que estuvieran”. Pero este es un pensamiento mágico opuesto a la racionalidad de la política laboral del nuevo gobierno federal, donde los trabajadores deciden en cada momento el rumbo de su organización, y la obligación de rendir cuentas es por ley.

El sindicalismo universitario debe enterarse de que en la Cuarta Transformación que impulsa el actual gobierno ya no va a haber propietarios de las organizaciones, que los puestos no son patrimonio de personas o grupos, que un puesto sindical no es hereditario, que las finanzas sindicales no se van a poder ocultar tras el velo de los amparos, que los contratos colectivos deberán estar avalados por la base sindical, y que todo lo que sube tiene que bajar.

Y usted ¿está listo para avanzar o ya se ve estrenando sombrero?

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