El Jubilado No. 130


Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien que observa la cuarentena en algún discreto lugar en la periferia de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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Las salidas al súper califican a quien las realiza de responsable o de irresponsable, dependiendo de quién lo diga aunque desde el punto de vista de quien lo hace pueden ser necesarias, urgentes o precautorias.

Si usted sale por una barra de pan, alguien dirá que es un irresponsable, que se arriesga a ser contaminado y contaminante de los que se lo topen. ¿Por qué no programar las compras y proveer lo necesario antes de que el suministro se agote? Al calificativo de irresponsable se puede agregar el de descuidado. Por otro lado, si sale por tres barras de pan dirán que es un aprovechado, gandaya y acaparador, y que sólo hay que comprar lo necesario.

Sin embargo, para usted que fue por una sola pieza su acción es necesaria aunque puede ser también urgente, pero si compra dos o tres puede ser precautoria. En este punto habrá que precisar lo siguiente: si la compra necesaria está asociada a que es hora de comer, ya se acabó el pan y sólo queda una bolsa de plástico arrugada, entonces es urgente.

Si a la autoridad (que por razones de discreción no llamaremos competente) se le ocurre racionar y administrar las necesidades ciudadanas y decidir cuándo, quién y qué va a comprar, entonces toda compra que usted haga llegará a ser no sólo necesaria, sino urgente y precautoria.

En este eventual caso, la prohibición o restricción decretada por la autoridad convierte en extraordinario lo que sin su intervención sería normal, tranquilo y por lo general ordenado.

Queda claro que la autoridad puede ser un factor de malestar y caos cuando interviene a tontas y a locas (por ocurrencias o politiquería, diría el presidente) por el simple hecho de protagonizar un papel en escenarios que son coyunturalmente emergentes, atípicos y excepcionales. En este sentido, los mecanismos informativos y medios de acción del gobierno pueden ser factor de jaloneos, compras de pánico y encabronamiento colectivo.

Ya ve usted que el inefable director del ISSSTESON propuso, en ocasión de que le pusieron un micrófono en la boca (en el Consejo de Salud), que debería quedar de plano prohibida la venta de cerveza por razones del coronavirus en Sonora (lo cual, como se ve, tiene un alto sentido terapéutico, siendo recomendable por su eficacia científicamente comprobada en el combate al virus).

Por otro lado, a la señora expanista que representa la autoridad municipal (que reparte su tiempo entre planear subastas de bienes públicos municipales y las acciones mediáticas por el COVID-19) se le ocurrió proponer la restricción domiciliaria las 24 horas, es decir, ampliar su anterior propuesta que había sido el toque de queda desde las seis de la tarde, hasta las ocho de la mañana, cuestión que han operado en la ciudad mediante el hostigamiento que pasa por persuasión al ciudadano.

¿Se imagina una epidemia sin que alguien prohíba algo, no importa que sea absurdo o contraproducente, pero estricto, enérgico y contundente? ¿Qué pensaría la gente de aquí, allá y acullá de las autoridades si no toman medidas extremas ante algo de lo que quizá no tengan mucha idea? ¿No cree que así mejora la imagen del funcionario que limita o prohíbe, de cara al año electoral 2021?

Para estos casos, debiera haber un manual de contingencias reforzado, donde un capítulo importante sería el relativo a las cosas que siendo normales se deben de prohibir, sea de golpe o por etapas. La prohibición tiene su propia lógica y depende de cada perfil autoritario, descubierto o por descubrir, en los funcionarios públicos y los agentes privados que los acompañan.

Por lo pronto, tenemos la fortuna de contar con autoridades que, no siendo especialistas ni reuniendo el perfil mínimamente esperado, califican en eso de buscar propuestas sobre qué cosas prohibir, lo que es fundamental en las decisiones de cara a la epidemia de coronavirus. Aquí no importa que las acciones de prohibir sean efectivas sino que se realicen, al menos en el papel, y que sean difundidas en los medios de comunicación, que siempre están en espera de respuestas firmes, funcionen o no. El que no se mueve no sale en la foto.

Nuestra experiencia con el ISSSTESON y el gobierno del Estado (que ahora sus titulares juegan a las prohibiciones, restricciones y eventualmente a las mascaritas), nos ha demostrado que la burbuja en la que se encuentran resguardados se lubrica con una buena dosis de pretextos, leguleyadas, mentiras y dilaciones, sin faltar la manipulación tendenciosa de la información que la prensa “normal” reproduce.

En tiempos del coronavirus, los asuntos en materia de salud y seguridad social, pendientes desde meses o años, bien pueden esperar otro poco, ya que las prioridades y la atención de los equipos de trabajo están enfocadas al combate de la epidemia. Y es que, según declaró el contador Claussen (encargado de los cargos y abonos del sector), “cuidan” de nuestra salud.

De cualquier forma, es importante permanecer en casa y únicamente salir cuando sea completamente necesario, guardar la sana distancia, toser o estornudar en el ángulo interno del brazo (o usando pañuelos desechables) y, de acuerdo con la OMS, usar cubrebocas sólo en caso de presentar síntomas o estar al cuidado de algún enfermo. Cuide su salud y la de los demás. Lo demás es pura vanidad.

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