El Jubilado No. 132

 

Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien sin cubrebocas en algún lugar abierto de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.

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Como usted sabe, las huestes silvestres del cubreboquismo organizado atacan con furia a la experiencia y conocimiento epidemiológico, negándose a aceptar que el trapito con tirantes sólo es útil en espacios cerrados y cuando no es posible guardar la sana distancia.

 

A nosotros nos vale gorro la superstición y dejamos que el aire corra salutífero de la nariz a los pulmones, salvo que nos encontremos en un espacio cerrado o lleno de gente donde, por precaución, sacamos del bolsillo la prenda protectora.

 

Ya sabe usted que las interacciones humanas siempre están acompañadas de secreciones: si usted le da la mano a alguien no sabe que le estará embarrando en ella; si recibe un beso ignora la patogenicidad de la huella salivosa que le plantan en la cara; si platica con alguien que no sabe respetar el espacio personal y se acerca de manera imprudente, ya estuvo que una nube de gotas, gotículas y erosoles lo rodeará creando una atmósfera donde la palabra c-o-n-t-a-g-i-o luce como si fuera anuncio espectacular luminoso en vía pública.

 

La epidemia nos ha demostrado que el calor humano se puede recibir mediante un saludo por alguna red social, una aplicación y hasta un gesto lejano donde la voz y el ademán pueden bastar para saber que hubo comunicación, incluso entendimiento.

 

Supongo que nuestros representantes sindicales, conscientes de la gravedad de estar en contacto directo y epidérmico con las bases académicas, proveerán al distanciamiento social el auxilio de la tecnología aplicada a asambleas generales, procesos electorales, votaciones, reuniones delegacionales, quizá huelgas, mítines y marchas virtuales. En este contexto epidémico urge una buena reforma al estatuto.

 

Por otra parte, desde hace tiempo hemos advertido que la presencia de la base no es necesaria para la sabia conducción de la organización sindical, habida cuenta la previsión y perspicacia de las dirigencias, que saben acordar y decidir a nombre de esa mayoría que espera soluciones con el mínimo esfuerzo, cuestión que se solventa muchas veces gracias a lo atinado de las elecciones delegacionales donde con frecuencia salen triunfadores los elementos que la dirección necesita para el logro de sus propósitos, sin duda democráticos.

 

En ese sentido, apoyamos entusiastamente las medidas precautorias que se acuerden para evitar los inconvenientes y peligros del contacto personal y directo dentro y fuera de la organización sindical. Ya ve usted que incluso la actividad docente es ahora en línea y la virtualidad depara un futuro digital por demás venturoso para nuestros egresados.

 

En otro orden de ideas, la noticia de la renuncia de Perro Ángel Contreras a la dirección del Isssteson ha sido celebrada con fanfarrias. En este punto, es importante mencionar que las cosas en el Isssteson siguen como en Macondo, suspendidas en el tiempo y el espacio mientras que los derechohabientes siguen llevándose un portazo en mera jeta cada vez que van a surtir una receta.

 

Así pues, la credencial emitida por el instituto sirve de pasaporte a la desesperación y, para la obtención de un papel que dice que el medicamento requerido está médicamente indicado aunque físicamente no disponible en las farmacias. ¿El Isssteson es pionero en eso de la virtualidad?

 

La Asociación de Pensionados y Jubilados de la Unison ha dirigido un detallado oficio a la gobernadora informando de la situación del desabasto crónico en Isssteson (que seguramente la señora ignora por completo) y la necesidad de solución. Por su parte, la dirigencia del Staus ha optado por apoyar dicho reclamo con la energía que siempre ha manifestado en favor de las demandas de los trabajadores activos y en retiro, así que ¿ya estarán temblando en Palacio y en las oficinas del Isssteson por este pronunciamiento? ¿Sabrán que han estado pateando el avispero equivocado?

 

Hemos creído oír el terrible crujir de huesos y el rechinar de dientes entre los otrora apoyadores de la firma del nuevo convenio con Isssteson, que abriría las puertas de mil y un beneficios a los universitarios. Benditos sean los que creyeron porque de ellos será el reino de las mentadas de madre y el desencanto. ¡Pero se decidió por mayoría pagar más y por más tiempo, en vez de defender el contrato vigente y abrir la posibilidad de una negociación conveniente para los trabajadores!

 

Recordemos que muchos dieron su voto a favor de la firma tras una larga campaña de convencimiento con el argumento de “no queda de otra”, y “no tenemos la fuerza como para oponernos al gobierno”. Bueno, pues triunfó la democracia, y el director Contreras se colgó la medallita de su logro recaudatorio, ¿no?

 

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