El Jubilado No. 143
Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien que duda y concluye, en algún lugar de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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¡Aleluya, aleluya, triunfó la democracia! Queda claro que la participación es la madre del éxito, que nos reafirmamos en los valores de la pluralidad, el respeto a la disidencia y a la libertad de opinión… pero fue una contienda de uno solo y, sin embargo, el vacío ni se tomó en cuenta.
El hecho de que haya participado solamente una planilla no fue obstáculo para la ola que estaba construyendo la democracia unilateral, sin contraste, sin pizca de crítica y menos de autocrítica, porque es mejor guardar las formas que descubrir el fondo.
Los universitarios opuestos al Maximato erigido desde 2007, no tuvieron respuesta de las gentes aplanadas por el síndrome participativo que fue alentado por la propia idea de que es mejor Parraza en mano que sindicalismo democrático e independiente volando.
Sin embargo, en este contexto electoral hubo expresiones como: “La verdad yo no votare, no deseo validar un proceso totalmente antidemocrático e inseguro, centralizado, no confidencial y por supuesto manipulado. Porque negarse el derecho de votar en urnas a quien lo deseemos, ahora bien, para cambiar los procesos de votación, deben ser ante asamblea general y no se llevó al cabo. Considero que aun ante la pandemia, este proceso pudo efectuarse mediante voto secreto en urnas”.
Otros dijeron que “Votar es validar el procedimiento electoral y su resultado. En este caso se recomienda la abstención. No votar en tanto no haya condiciones que permitan la democracia sindical. Reclamemos nuestros derechos y avancemos”. Alguno dijo “No votemos hoy para avalar un Maximato en la dirección del STAUS. Recuperemos nuestra democracia sindical.”
No faltó quien confundiera disidencia con enfrentamiento, y democracia con unilateralidad, pero así estamos.
A veces se olvida que somos una organización plural, donde es natural que existan diferentes opiniones, puntos de vista, experiencias y grados de madurez. Definitivamente, no somos iguales, y en algunos casos ni siquiera los mismos.
En la experiencia política nacional tenemos partidos que fueron dominantes, que su tiempo y discurso se agotó a la luz de la evidencia empírica e histórica, pero aún hoy no falta quién suponga que pueden cambiar, porque lucran coyunturalmente con las necesidades de la gente, ofrecen espejitos y cuentas de colores a cambio del voto, maquillan su imagen y hacen alianzas y, por eso, “merecen” una oportunidad, un voto de confianza. Guardando las proporciones, la vida sindical tiene experiencias equiparables.
Cuando se confunde un simple relevo de personas con el cambio de rumbo sin acciones clientelares, se puede decir que estamos mal, porque seguimos sin alterar los mecanismos de control y manipulación que, desde luego, se actualizan y ahora se digitalizan. Como se comprenderá, el cambio de fachada es sólo eso, un juego de apariencia, un cambalache de viejos por jóvenes pero con la misma mentalidad y compromisos.
Pero como dijo el otro, “trabajemos con la realidad”, sin fantasías sobre un futuro incierto. Quienes disentimos seguiremos en la lucha, una vieja lucha que pasa por la democratización sindical y cruza por el fuego amigo, y los obstáculos que impiden el acceso a la salud y la seguridad social, que ha sido la lucha de la delegación, prácticamente sin el apoyo de la organización, según consta en la historia que empezamos a escribir en 2014.
Seguramente la planilla que ha sido hegemónica desde 2007 “ganará” de nuevo con sus acomodos y alianzas de coyuntura, en un juego sindical que por su larga permanencia ha generado clientelas y grupos de interés, incapaces de impulsar cambios y transformaciones verdaderas.
En El Jubilado respetamos a quienes han optado por votar, aunque se ignoraron los cuestionamientos y objeciones del proceso, pero a estas alturas poco importan. La suerte está echada.
A quienes se resistieron a avalar un proceso dudoso y sin una contienda real y democrática, felicidades. Se hace camino al andar.
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