El Jubilado No. 149
Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien que participa, se encabrona y propone, en algún lugar de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.
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Seguramente ya no queda duda acerca de la opinión que
tienen los H. Miembros del Comité Ejecutivo (CE) y el Consejo General de
delegados (CGD) acerca de las demandas de la Delegación de Pensionados y Jubilados.
Algo así como la imprudencia de un pariente pobre y distante, finalmente
soportable aunque sin obligación de concederle nada, alguien ninguneable y
desechable si se da el caso.
Recientemente nos enteramos por boca y actitud de algunos conspicuos representantes de la dirección sindical (Barraza, y en esa línea Juan Díaz, Anaya y Pablo Ibarra) que ellos son solidarios, generosos de más, y que nosotros estamos equivocados si creemos que podemos tener acceso a los beneficios de los activos: que el Estatuto no es “la llave mágica” para acceder a ellos; que el Fondo Mutualista no estuvo pensado para los académicos en retiro y que, sin embargo, deberíamos proponer y no sólo pedir que se resuelva un asunto que está en manos del CE y el CGD resolver, para así dar oportunidad a la dirigencia de mandarnos por un conducto circular al grito de újule.
En resumen: “No aceptamos nada ni cedemos nada, pero pueden proponernos algo para que lo rechacemos de volada, y pueden rascarse con sus propias uñas”. Es decir “ahí se la echan”.
Tan clara y evidente muestra de solidaridad (palabra prohibida en los reclamos de los PyJ, según los distinguidos miembros de la dirección sindical) permite declarar que la Delegación de PyJ, gracias a la solidaria generosidad del CE-CGD tiene lo que merece, y poco más.
Pero, ¿cómo se va a permitir que esta delegación ponga en riesgo de desaparición al mismísimo sindicato (Barraza dixit)? ¿Tronar la viabilidad financiera del fondo nomás por quítame estos muertos? Seguramente tal injusticia y abuso merece la expulsión de las filas de la organización gremial que tantos sacrificios le ha costado a Barraza, a Parra y demás militantes de las corrientes dorada y azul, en pleno ejercicio de sus derechos sindicales y en uso de la voz.
La mandada a la chinada sufrida por la delegación arroja una verdad de a kilo: Para la administración como para el sindicato “no somos nada” (o casi), así que no vale hacerse el igualado con los activos que seguramente nunca llegarán a tocar las puertas de la ninguneada y poco visible delegación de pensionados y jubilados, porque son la versión nopalera de Dorian Grey.
La idea de que mejor busquemos cómo resolver el problema de la solidaridad gremial entre nosotros mismos es interesante y, al parecer, la única salida que nos deja la nueva pero siempre la misma dirigencia sindical. Otra idea que se puede sumar a la anterior es emprender un litigio contra la poca madre de los “compañeros”.
En el caso de la primera, deberíamos ponerla en contexto: Somos una delegación a la que se le niegan o regatean ciertos derechos, a pesar de tenernos en los términos del Estatuto sindical.
Somos la delegación más numerosa que de estar debidamente integrada y organizada podemos influir en el rumbo del sindicato, sobre todo en la elección de las nuevas dirigencias.
Contamos con profesionistas de las más diversas especialidades y en buena medida representamos la experiencia y el conocimiento histórico sindical, algo así como la memoria viva de nuestra organización.
Sin embargo, por inercia hemos dejado que otros resuelvan nuestros problemas, sin generar iniciativas que podamos llevar a cabo sin pedirle ni permiso ni ayuda a otras instancias. Lo anterior sugiere que, sin dejar de reclamar lo que nos corresponde en justicia, debemos tomar la riendas de nuestro propio futuro como delegación y asumir que somos un grupo capaz de organizarnos de manera que, sin faltar al Estatuto, podamos dar respuesta a nuestros problemas.
Un primer paso sería el tener una agenda en la que se incluya el establecimiento de relaciones solidarias con otras organizaciones y grupos de jubilados, emprender actividades propias, sociales o políticas, generar mecanismos de comunicación social independientes del CE, organizar eventos relacionados con la vida sindical con acento en la seguridad social (de lo anterior tenemos la experiencia del Congreso estatal sindical sobre seguridad social que realizamos el 16 de noviembre de 2016, con la concurrencia de un buen número de organizaciones locales y nacionales), entre otras.
Creemos necesario recuperar la autoestima, romper la dependencia en aspectos que no son estructurales y dar paso a la imaginación y la creatividad, por razones de estricta sobrevivencia. Revaloremos la experiencia acumulada, las capacidades profesionales y sociales de nuestros miembros y sigamos adelante, con el CE-CGD, sin el CE-CGD, o a pesar del CE-CGD.
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