El Jubilado No. 156 Bis

 Información picuda y activa contra mentalidades chatas y pasivas, publicada por alguien que recuerda, se encabrona y reclama, en algún lugar de la aún Delegación de Pensionados y Jubilados del STAUS.

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Ya encarrerados, terminemos con el rollo iniciado en el Jubilado No. 156, actualmente en circulación:

 


Los afortunados que le entraron aprovechando el programa de “estímulo a la jubilación” se encontraron sin saber ni cómo ni cuándo en una espiral de dinero creciente con fecha de caducidad, pero prorrogable en la medida en que se pierde de vista que las fechas fatales no son ni por asomo como las pintan.

Sucede que el convenio de 2015 plantea una disyuntiva en la que casi nadie piensa, que es impopular y que huele a fracaso sindical: ¿por qué gestionar y celebrar como logro un mecanismo que crea un sindicalismo de primera, de segunda o de tercera, considerando la fecha de jubilación, la de la convocatoria del estímulo y la duración del beneficio y, ¿qué pasa con quienes se jubilaron antes de que se existiera el convenio? ¿Son hijos de cuico?

El hecho de que se acepte un beneficio que no sea general, tenga fecha de caducidad y haya que gestionar su eventual ampliación huele mal. Huele a selectividad y exclusión.

Ahora, si se pusiera sobre la mesa de discusión la extinción de este estímulo a cambio de respetar las fechas pactadas para su otorgamiento y, una vez cumplidas, los recursos presupuestados para este fin se canalizaran hacia el programa complementario de pensiones y jubilaciones; es decir, programar la gradual extinción del estímulo en beneficio de todos los jubilados, fortaleciendo el complemento a la pensión establecido en la Cláusula 160, ¿quiénes aceptarían y quiénes se empeñarían en seguir con este esquema de beneficio selectivo, porque les tocó?

La disyuntiva mete ruido, pero demostraría qué tan sordos nos estamos volviendo (o somos), y qué tan dispuestos estamos a seguir cultivando un sindicalismo basado en la desigualdad y la simulación clientelar.

Para fortuna de muchos, es probable que ni la autoridad universitaria ni la dirigencia sindical tengan pensado cambiar el actual estado de cosas, así que la conciencia (selectiva y no colectiva) puede estar tranquila y sin zangoloteos morales. ¿Para qué estresarse por broncas “ajenas”?   

¿Se imagina un sindicato que luche por lograr beneficios para todos, sin distinción alguna? ¿Un sindicato dispuesto a enfrentar a la autoridad en aras de lograr visibilidad y solución para las demandas de sus agremiados? ¿Un sindicato que no sea la caja de resonancia de la administración universitaria en arte cínico de decir NO a las propuestas y reclamos de los trabajadores? ¿Un sindicato que ponga en primer lugar los derechos colectivos en vez de solapar mecanismos de evasión de responsabilidades patronales? Sería raro, ¿no?

oooOooo

 

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